Para los humanos, el tacto es un sentido que se asocia con mayor frecuencia con los dedos. Pero el mejor amigo del hombre, el perro, toca el mundo de una manera diferente: con su cara.
Los bigotes, o vibrissae, son pelos largos y ásperos que sobresalen de un perro » s hocico, mandíbula y por encima de los ojos. Los folículos en la base de estos pelos están llenos de nervios que envían mensajes sensoriales al cerebro de un perro.
Altamente sensibles a cambios sutiles en las corrientes de aire, los bigotes caninos sirven como receptores para información importante sobre el tamaño. , la forma y la velocidad de los objetos cercanos. Esto ayuda a los perros, para quienes la visión no es el rasgo más evolucionado, a «ver» los objetos con mayor claridad, incluso en la oscuridad. Poder sentir vibraciones en el aire también ayuda a los perros a percibir los peligros que se aproximan.
También se sabe que algunas razas de perros usan sus bigotes de la misma manera que lo hacen muchos mamíferos más pequeños: para determinar si pueden caber en espacios pequeños. Y aunque se han realizado pocos estudios para determinar si los perros también usan sus bigotes para localizar comida, es probable que en algún momento de la historia canina, este fuera el caso, ya que ratas, focas, morsas y muchos otros mamíferos nocturnos o acuáticos todavía usan vibrissae para este propósito.
Aparte de las ventajas tácticas de los bigotes, estas especificaciones ial vello facial también puede transmitir mensajes sobre cómo se siente un perro. Cuando un perro se ve amenazado, a menudo hace brillar sus bigotes por reflejo y luego los señala hacia adelante. Algunos científicos creen que este comportamiento indica que los bigotes juegan algún papel en la estrategia de defensa de un canino durante situaciones de combate con depredadores y otros perros.
A pesar de las aparentes ventajas de tener bigotes, muchos los dueños de mascotas, especialmente aquellos que «muestran» a sus perros, optan por arrancar, recortar o quitar quirúrgicamente estas herramientas sensoriales vitales. La evidencia anecdótica sugiere que manipular los bigotes de un perro puede generar confusión y una disminución de la conciencia espacial.
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