Los fibromas son una causa importante de menorragia, resistentes a los métodos convencionales de tratamiento médico. El mecanismo de su efecto sobre la pérdida de sangre menstrual es poco conocido, pero puede implicar anomalías del drenaje venoso local, agrandamiento de la cavidad uterina y anomalías en la producción de prostaglandinas. Su causa sigue siendo desconocida, aunque durante mucho tiempo se ha asumido que dependen de los estrógenos. En el pasado, el estudio de su etiología, prevención y tratamiento ha recibido escasa atención. Desarrollos recientes que incluyen la medición de receptores tisulares para esteroides y factores de crecimiento, métodos no invasivos para monitorear el crecimiento de fibromas y el uso de agonistas de LHRH han permitido estudiar más a fondo su naturaleza y su respuesta a la terapia, aunque queda mucho por hacer. La mayoría de las mujeres con fibromas uterinos asociados con la menorragia se tratan mediante histerectomía, aunque los avances en la cirugía endoscópica han permitido un enfoque más conservador en algunas circunstancias. Los agonistas de LHRH son los únicos agentes médicos que provocan una reducción sustancial de los fibromas, aunque la regresión no es permanente. Estos agentes son valiosos para el alivio a corto plazo de los síntomas y es probable que sean un complemento útil de la cirugía al reducir tanto el volumen uterino como el flujo sanguíneo. Sin embargo, debido a las consecuencias de la supresión ovárica prolongada, no son adecuados para un uso prolongado a menos que existan contraindicaciones médicas para la cirugía. Queda por ver si su uso en regímenes de dosis bajas o en combinación con otros agentes proporcionará una alternativa exitosa, segura y rentable a la histerectomía en mujeres cuyo problema principal es la pérdida menstrual abundante. Sin embargo, ofrecen un medio para conservar la función reproductiva en mujeres que desean conservar esta opción.